El anuncio realizado por Fundación Once y FSC Inserta, que ha tenido un éxito arrollador en las redes sociales, con más de 100.000 visitas, y en el que se ve a una persona con discapacidad realizando un video-currículum ofreciéndose a los empresarios para conseguir un puesto de trabajo, me ha hecho reflexionar.
El propio actor, un discapacitado con síndrome de Down, comenta en su alocución que al margen de todas las historias sobre responsabilidad social corporativa, sobre la integración social y laboral de las personas con discapacidad en las empresas y de la normalización a la que debe tenderse en todos los ámbitos de la sociedad, el empresario realmente contrata por las bonificaciones y subvenciones que recibe al integrar en su plantilla a una persona con discapacidad.
Esa es la realidad: La inserción laboral de las personas con discapacidad dentro de las empresas, ya sea empleo ordinario o protegido, se da en la mayoría de los casos, por criterios económicos, nada de convencimiento ni confianza en las capacidades de estas personas.
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Hay que reconocer, porque en este país la policía no es tonta, que muchas personas con minusvalía, debido a la merma que esta implica en sus capacidades, lo tienen difícil para poder realizar una tarea laboral de un modo que podríamos denominar competitivo. Pero también es cierto que si toda la sociedad hacemos un esfuerzo, esas personas, entre las que me incluyo, podrán desarrollar una vida laboral plena y normal, siendo un miembro más del tejido productivo de nuestra economía y sobre todo y más importante, en lo que me repito mucho: siendo sujeto activo de su propia existencia.
Las subvenciones, bonificaciones y reducciones de las que se benefician los empresarios cuando contratan a un discapacitado ahí están. Soy el primero al que no le gustan, personalmente preferiría que en la mentalidad de las personas no se viera la diferencia y la discapacidad como una situación a la que hay que proteger, casi siempre sobreproteger y en muchos casos incluso recluir en casa.
Las subvenciones, bonificaciones y reducciones de las que se benefician los empresarios cuando contratan a un discapacitado ahí están. Soy el primero al que no le gustan, personalmente preferiría que en la mentalidad de las personas no se viera la diferencia y la discapacidad como una situación a la que hay que proteger, casi siempre sobreproteger y en muchos casos incluso recluir en casa.
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Ojalá se diera esa revolución en la conciencias de toda la sociedad y la discapacidad solo fuera una singularidad de algunas personas que no las hace distintas de otras y que solo necesitan algún tipo de modificación puntual en el medio físico o laboral que les rodea para llevar una vida normalizada. Un cambio cultural que derribe las barreras de los empresarios y de la sociedad en su conjunto permitiéndonos tener un nivel de empleabilidad, no mejor ni mayor que la de los demás, pero si de similares características.
Quizá algún día dejemos atrás la discriminación positiva y la cultura de la subvención para poder acceder al empleo. Quizá algún día veamos como la idea de accesibilidad universal, en todos los sentidos, está extendida y es lo habitual. Quizá algún día no sean necesarias bolsas de empleo específicas para personas con discapacidad e ideas como los Centros Especiales de Empleo, el Empleo Protegido o el Empleo con Apoyo sean soluciones del pasado que ya no resulten necesarias.
Quizá algún día dejemos atrás la discriminación positiva y la cultura de la subvención para poder acceder al empleo. Quizá algún día veamos como la idea de accesibilidad universal, en todos los sentidos, está extendida y es lo habitual. Quizá algún día no sean necesarias bolsas de empleo específicas para personas con discapacidad e ideas como los Centros Especiales de Empleo, el Empleo Protegido o el Empleo con Apoyo sean soluciones del pasado que ya no resulten necesarias.
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