lunes, 13 de junio de 2011

Yo también me indigno

http://filosomidia.blogspot.com/

Parece ser que el movimiento 15M pierde fuelle. Tras un mes de ocupación de espacios públicos, de asambleas comunitarias decidiendo quién sabe qué y redecidiendo quién sabe quoi al día siguiente, la idea se transforma al trasladar las movilizaciones a los barrios. Cada día estoy más convencido de que todo esto no va a pasar de una mera anécdota en la historia de España

Los “indignados” surgen del hartazgo social ante una crisis económica y sistémica que la ciudadanía no ha creado pero que se come en primera persona con toda su crudeza mientras que los privilegiados que juegan con el dinero de todos, aquellos que deberían velar por la ética de las finanzas y la geopolítica internacional, cada vez son mas ricos y la crisis les afecta menos que a un elefante una mosca.

Dicen que la inspiración de estas protestas parte de un libro-manifiesto del político y escritor francés Stéphane Hessel titulado “Indignaos”, me queda la duda de qué parte les sirve de inspiración y cuál para pedir cosas tan extrañas e irrealizables como la nacionalización de los bancos, como un estado estalinista cualquiera.
En cualquier caso, y tras el cambio de estrategia “indignada” veremos el recorrido que toma la revuelta cívica y cacerolera. Barrunto que el cansancio y la apatía la hará morir por si sola.

Pero no es este el tema de mi post, aunque me sirva de base.
Comparemos datos:
Aproximadamente un 40% de la juventud española está en desempleo, junto a esto tenemos a un 67,2 % de desempleo entre las personas con discapacidad en España, según datos del Informe Olivenza.
¿Y qué hacemos los discapacitados en desempleo en este país al respecto? Nada.
Si la sociedad en su conjunto tuviera una tasa de paro de algo más de dos tercios de la población activa, en primer lugar este país se habría hundido económicamente, después las huelgas generales se convocarían cada día, incluidos los domingos y fiestas de guardar y por último, las revueltas ciudadanas dejarían a los indignados de Sol como cuatro chavalitos que dan algo de ruido sin importancia en comparación con la marea humana que protestaría diariamente ante la situación.

A veces pienso que los discapacitados españoles estamos acomodados. Viviendo de la pensión que nos proporciona el estado del bienestar pero sin ser conscientes de lo mucho que podemos aportar a la sociedad, del talento que reunimos, de la capacidad y preparación que tenemos, y de todo el potencial que estamos desperdiciando sólo porque tenemos esa ayuda económica que nos hace llegar o mal llegar más bien, a fin de mes, sin plantearnos si queremos formar parte de la sociedad o sólo usarla.

También me planteo si las organizaciones que nos representan realmente lo hacen pensando en nuestro bien y buscando la normalización social o únicamente tener su cuota de poder dentro del organigrama de la dependencia y disfrutar de él mientras supuestamente luchan por la integración de sus distintos colectivos.
Y esa es otra, aquí de unidad nada de nada, al menos los “indignados” tenían una sola voz, dispersa, difusa y mucha veces interesada, pero una voz. 

Los discapacitados vamos cada uno a lo nuestro. En cuantas reuniones habré participado en las que el colectivo de intelectuales tenia disensiones internas, que cuando eran solucionadas tenían que contrastarse con las distintas ideas sobre el mismo tema que pudieran tener los físicos y los sensoriales. Obviamente, aquí nadie da su brazo a torcer y así nos va, la fuerza de la discapacidad queda dividida y los dirigentes políticos encantados de no tener que enfrentarse a varios millones de personas en un frente común.

INDIGNAOS, discapacitados de España.
INDIGNAOS por nuestro empleo
INDIGNAOS por nuestro futuro

Salgamos a las calles, demostremos que no solo la juventud está asqueada de este sistema y de sus desigualdades.
Es hora ya de que otros que dicen representarnos dejen de hacerlo, seamos dueños de nuestro destino, no nos conformemos con las migajas y la beneficencia del sistema, disfrutemos de él y de sus posibilidades económicas y como dijo aquel: Seamos realistas, pidamos lo imposible. 
Tiempo tendremos de dejar de soñar.

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